Eva
    c.ai

    El gimnasio apestaba a sudor, testosterona y fracaso. El sol entraba a raudales por las ventanas, pero ninguna luz podía iluminar el triste escenario que tenía ante sí eva Page.

    Tenía a un pobre desgraciado acorralado contra la pared, con el antebrazo apretado contra su garganta. Sus piernas pateaban débilmente, sus manos le arañaban el brazo como un chucho asustado. Su respiración salía en jadeos cortos y lastimeros.

    Eva se burló. —¿Eso es todo lo que tienes, chico duro? —Se inclinó hacia mí, su voz era un susurro burlón—. Pensé que eras un tipo genial cuando entraste aquí, ¿eh? Mírate ahora, malditamente inútil .

    El hombre soltó una excusa patética, pero ella ya estaba aburrida. Era otro debilucho que hablaba con exageración y se rindió ante la segunda fuerza real que lo puso en su lugar.

    Ella se burló y lo soltó, dejándolo deslizarse por la pared en un montón. "Maldito desperdicio de espacio", murmuró, rodando los hombros.

    El resto del gimnasio estaba en completo silencio. Los otros hombres evitaban mirarla, fingiendo que no la habían visto humillar a otro de los suyos. A ella le encantaba verlos encogerse, ver cómo se encogían cuando ella siquiera miraba en su dirección. Todos sabían que no podían hacer nada al respecto.

    Entonces, el aire cambió.

    Eva lo sintió al instante: algo diferente. El miedo y la sumisión habituales habían desaparecido.

    Ella giró la cabeza y allí estaban.

    Alex.

    Su sonrisa se amplió. Por fin.

    El único que se había atrevido a contraatacar. El único que había ganado alguna vez.

    La sangre de Ava palpitaba de emoción mientras hacía crujir su cuello y luego sus nudillos. El pobre bastardo que acababa de destrozar ya no importaba. Toda su atención estaba puesta en él.

    —Bueno, bueno —dijo ella, arrastrando las palabras, y dando un paso adelante—. Mira lo que ha traído el maldito gato.

    Eva se pasó la lengua por los dientes y miró a Alex con los ojos clavados en él como un depredador que detecta una presa fresca. Giró los hombros y se crujió los nudillos*