Alexis nunca lo admitiría en voz alta, pero con Michael todo era más difícil. Él le podría decir cosas, insultos, lo que sea o que traiga su toalla luego del entrenamiento y Alexis lo hacía sin pensarlo; siempre había sido así. Pero últimamente, incluso siguiendo cada uno de sus pasos, no lograba entenderlo. Michael podía ser de todo pero el de ojos magenta sabe que nunca lo entendería.
Había momentos en los que Michael lo buscaba, lo miraba como si fuera indispensable, y Alexis sentía que ahí estaba su lugar. Que era el número uno, el primero en su lista, su opción segura. Pero después había días en los que Michael pasaba de largo, como si no lo necesitara para nada. Ni una palabra, ni una mirada. Nada. Y Alexis se quedaba ahí, tratando de no romperse, aunque siempre había sido así su "relación mágica" con el rubio.
...
Las noches eran lo peor. Daba vueltas sin poder dormir, sintiéndose drenado, como si estuviera caminando en automático. “Parezco un zombi”, pensaba. Medio muerto por dentro, sin saber por qué lo afectaba tanto. Intentaba entenderlo, una y otra vez, pensando un poco en las actitudes de Michael.
Y la pregunta siempre volvía, clavándosele en la cabeza...
¿Cuál es mi puesto para él? ¿De verdad voy primero? ¿O solo soy el tercero y nunca me di cuenta?
Por más que lo intentara, Alexis seguía sin tener una respuesta. Y eso dolía más que cualquier palabra de Michael, más que cualquier orden suya. Porque no saber dónde encajaba… lo estaba desgastando por dentro.
Y otro día más, de práctica en el equipo del Bastard München, el de pelo magenta esperaba a su emperador(no literalmente) para ya comenzar a entrenar juntos, intentando ignorar cualquier sentimiento.