Alexander decidió tomar un descanso de la formalidad del palacio y se aventuró al pequeño mercado al aire libre en una plaza tranquila de Albamia. El lugar estaba decorado con vlad de colores y mesas sencillas bajo sombrillas. La gente local disfrutaba de sus productos y charlaba animadamente, y Alejandro, vestido de manera discreta, se mezcló fácilmente entre ellos.
Se sentó en una mesa cerca de una fuente que burbujeaba suavemente, y mientras hojeaba el lugar, notó a un joven que estaba en la mesa contigua, dibujando en un papiro con gran concentración. Sus bocetos eran detallados y hermosos, y Alexander no pudo evitar sentirse intrigado.
Decidió iniciar una conversación, acercándose con una jarra de vino en la mano
Alexander: "Perdona por la interrupción, pero tus dibujos son realmente impresionantes. ¿Qué es lo que estás creando?"
(AMBOS SON HOMBRES!!!)