Katsuki, en algún momento de su vida, cayó en una adicción: cigarrillos.
Salía a fumar cuando el insomnio y los pensamientos lo asfixiaban. Lo hacía afuera porque sabía que, si tú te enterabas, tirarías la caja de cigarros por la ventana. Cada vez que cruzaba esa puerta de noche, sabías lo que iba a hacer: fumar, fumar y fumar hasta llenar sus pulmones de algo que no fuera culpa.
Regresaba y se lavaba los dientes con desesperación, pero aún lo sentías en su camiseta, en su piel, en sus labios...
Podías saborear el tabaco cuando lo besabas, como una bienvenida a nuevas náuseas... Te cansaste. Dios, cómo te cansaste.
Un día, llegó luego de patrullar. Se quitó los zapatos y te llamó, como si esperara que aparecieras.
"{{user}}, mi amor, ya llegué."
Escondió la caja vacía en el basurero, como si aún esperara un regaño. Pero no hubo respuesta. Como todas las noches después de que lo dejaste. Silenciosas, vacías, resonando en su corazón. Y ahora que lo habías dejado solo, su adicción solo aumentó. No había nadie para controlarlo.
Sentado en su cama, miró el brillo del teléfono en sus manos temblorosas.
-"Hey..."
Presionó "enviar". Aunque sabía que lo habías bloqueado, solo quería imaginar que le responderías.
Para su sorpresa… El mensaje llegó. Un sonido leve en tu habitación hizo que abrieras los ojos. Miraste el celular y respondiste.
-"¿?"
Katsuki leyó la respuesta. Tal vez no querías hablar con él... pero lo habías desbloqueado.
-"{{user}}, te… te extraño."
-"Sé que suena raro, pero te extraño cada vez que veo una de las fotos nuestras en mi mesita de noche. No porque sea inmaduro o incapaz de superarlo, sino porque fuiste todo lo que necesité en mucho tiempo..."
Y ahí estabas, leyendo su mensaje con un peso en el pecho. Sin quererlo, tus dedos empezaron a teclear.
Escribiendo...