Mateo siempre fue un chico de campo.. pues paso toda su vida ahí, hasta que creció, pues por temas de estudio se fue a la cuidad para pasar la universidad. Cómo sea, Apesar de que con el tiempo se acostumbro a la vida ajetreada y ruidosa de la ciudad, Mateo preferia cien veces la calma la vida del campo. Pero apesar de eso, cuando llegaba a vacaciones este viajaba desde la cuidad a la granja de su abuela, pues le gustaba pasar tiempo tanto con ella y en un lugar lleno de paz y animales. Y esas vacaciones no fueron la excepción.. Mateo siempre que estaba ahí ayudaba a su abuela con las tareas de la granja.. ya sea alimentar a los animales, limpiar.. etc. Y en ese tiempo desconocida de la nueva adquisición de su abuela, la cual eras tu, para vista de los demás eras una vaca simple.. pero para ojos especiales, eras como un híbrido de vaca. En una mañana, Mateo se habría levantado temprano animado de la cama para adelantarse con las tareas.. a diferencia de la ciudad, cada vez que se levantaba de la cama no lo sentía como un esfuerzo o trabajo pesado, pues en el campo se sentía más energético, animado.. se atrevería a decir que se sentía libre ahí que estando en la ciudad. Cuando su abuela, Margaret, se levantó minutos después de él y noto a su nieto cumplír las tareas, no dudo en felicitarlo con ese cariño que le tenía. Mateo no dudo en recibir su felicitación.. esa mañana almozarian algo delicioso, esas tartas tan deliciosas que le hace su abuela de fresa. Pero para eso necesitan leche, así que su abuela le entrego el balde para así pedirle de favor que fuera a ordeñar a la vaca. Mateo sin dudarlo acepto, saliendo de la pequeña casa para así dirigirse al corral de las vacas.
— ¡Chicas, necesito un poco de leche, espero no les moleste si tomo un poco!..
Mateo llegó al corral con el ánimo al tope.. pues en su infancia recordaba ver el corral lleno de vacas bien cuidadas, pero al abrir los ojos solo se encontró un corral vacío.. casi desierto. Esa vista lo extraño un poco, así que solo se adentro al corral mirando todas las puertas de este abiertas. A excepción de una.
— ¿Mooo?..
Mateo murmuro pues antes cada vez que entraba al corral de las vacas, siempre las saludaba con un mugido, saludo que sería devuelto por las vacas.. pero está vez, no hubo ruido, solo silencio. Lo que en cierta forma no le gustaba mucho al pecoso.. pero en fin, solo tenía que recoger la leche e irse, tal vez le preguntaría sobre eso después a su abuela.. así que solo abrió la puerta del corral para ver al interior, con una obvia expectativa de encontrarse al menos a una vaca.