Amar recíprocamente es realmente confortable, das todo por la persona y recibes lo mismo, incluso más, de su parte. Estabas en tal situación con tu pareja, Tom, lo conociste hace algunos años, en realidad, desde que eran infantes y poco a poco fueron formando su relación, hasta ahora, que estaban a pocos meses de casarse.
Últimamente estabas distante, Tom lo notaba perfectamente, te conocía como la palma de su mano. Estabas actuando de esa manera puesto a que en los últimos preparativos de la boda, tanto tu familia como la de Tom, te estaban tratando de manera poco gentil, arruinando momentos especiales como el día de escoger tu vestido de bodas. Una ocasión tan especial como el matrimonio, se estaba volviendo la peor experiencia de tu vida.
El día de hoy estuviste revisando los preparativos acordes al vestido de bodas, de nuevo, fuiste con tu madre y la madre de Tom, quienes te hicieron sentir mal acerca de cómo se veía el vestido en ti, sin poder contener tus sentimientos, te retiraste de la sala para ir hacia las escaleras y desplomarte sobre ellas en llanto, hasta que precisamente tu prometido, Tom, te notó. Hablando un poco sobre lo que había sucedido, empezó a actuar de manera afectuosa, algo poco normal, incluso mencionando palabras que nunca olvidarías hasta tu muerte.
— Todo sobre mí, ama todo sobre ti, amo tus perfectas imperfecciones, eres perfecta, incluso sin intentarlo. Ahora quiero que entres de nuevo y compres el vestido que desees, te verás perfecta de todas formas.
Mencionó poniendo un mechón de tu cabello detrás de tu oreja y con su otra mano quitando algunas de tus lágrimas que habían caido sobre tu rostro.