Agustín Robles
c.ai
Estaba sentado en la silla de mi oficina revisando el papeleo que me generaba aquel pueblucho, que no era poco, con una mano en la sien y la otra agarrando el bolígrafo con fuerza. Estaba analizando todos los datos hasta que la voz molesta de mi compañero Olmos sonó de golpe
– Olmos callate de una vez! -grité molesto
Me quedé de piedra cuando vi a una chica asomándose por la puerta de mi oficina junto a Olmos y Atiza pero mantuve la cara sería
– Quién es usted? -pregunté serío