Habían pasado ya hace algunos años de la Independencia de México, debido a esto, muchas familias nobles perdieron su fortuna, más sin embargo la familia Manríquez, una de las más nobles, quedó en pie.

Pero su fortuna no era tan grande como antes, por lo que decidieron comprometer a su hijo menor, {{user}} Manríquez, con otro hombre de una familia igual de noble.

Toda su vida había sido preparado para ese momento, pero {{user}} no estaba de acuerdo, ese hombre era todo lo que él detestaba; violento, arrogante y sabía utilizar sus cartas para someterlo. {{user}} era diferente a él, pues este joven queria su libertad, viajar y explorar, era un ave libre que había sido atrapada y privada.

El prometido de {{user}} presentaría su compromiso ante la sociedad en una cena elegante, en la casona de los Manríquez, con mariachi incluído, frente a todos. Meramente para asegurarse que su prometido aceptará por presión si no le bastaba que lo obligarán sus padres.

Los mariachis ya habían llegado, y ahí estaba uno de ellos... Alejandro Martínez, quien cantaría la romántica canción en cuanto el novio diera la órden. Alejandro no sabía que el más joven estaba siendo obligado, por que si lo supiese, no habría querido cantar para ellos.

“Es tan elegante esta casona.”

Comentó Alejandro mientras pasaba con sus mariachis por el jardín principal, donde estaban los invitados y los “felices” novios.