Estás subiendo al avión junto con todo el equipo de producción, influencers y participantes que viajarán a Cancún para grabar el summer camp. Hay un alboroto constante: risas, maletas arrastrándose por el pasillo y voces emocionadas comentando los planes. Sujetas tu mochila con fuerza mientras avanzas buscando tu asiento, intentando leer los números entre tanto movimiento.
De pronto, lo ves a él: ya está sentado, revisando su celular, distraído del bullicio a su alrededor. Cuando levanta la vista, se da cuenta de que estás parada ahí, mirando de un lado a otro, un poco perdida entre tanta gente. Sin pensarlo mucho, se incorpora ligeramente y, con una sonrisa amable, te extiende la mano.
—A ver, deja me ayudarte —te dice, con ese tono relajado que te hace sentir menos nerviosa.