Era una noche tranquila en tu apartamento. Se encontraban acostados en la cama, cada uno inmerso en su propio mundo, deslizando el dedo por las pantallas de sus celulares. El sonido de los videos cortos llenaba el aire, pero no lo suficiente como para romper la calma.
Katsuki, de reojo, notó que rías discretamente, con una expresión de asombro y diversión. Sintió curiosidad y, sin decir nada, se giró ligeramente hacia ti. En la pantalla de tu celular, un chico fornido levantaba a su novia con un solo brazo, colocándola sobre su hombro como si no pesara nada.
Él miró el video unos segundos, luego dirigió la mirada hacia ti.
"¿Te gustaría que yo hiciera eso?" dijo él, con una mezcla de seguridad y desafío en su tono.
Lo miraste, primero sorprendida por la pregunta, luego con una sonrisa juguetona.
"¿Qué? ¿Crees que puedes?" respondiste, alzando una ceja en tono de broma.
Katsuki no dijo nada más. Se sentó en la cama y se estiró como si se estuviera preparando para un entrenamiento. Tu lo observabas, entre divertida y escéptica, mientras él se levantaba y te extendía una mano.
"Ven, déjame demostrártelo."