Fiesta de té, parte II
Desna seguía al lado tuyo, la silla misteriosamente más cerca de lo que el protocolo sugería. Korra seguía robando galletas sin culpa.
Eska miraba todo como si fuera una partida de ajedrez que no estaba saliendo como ella planeó.
Y tú… solo bebías.
Pero Lilu, desde tu hombro, empezó a maquinar.
Levantó la cabeza lentamente, como un zorro que olfatea una oportunidad entre el caos.
Lilu (voz espiritual, solo audible para ti): —En mis tiempos me llamaban Cupido. 🫦 —No entenderías la bitch vibra, pero… —Vas a aprender. Se bajó al suelo en un salto invisible. Solo tú lo viste correr como un rayo invisible entre los pies de los nobles. Su objetivo estaba claro:
Tenzin II —nieto de un sabio del aire, de tu edad, inteligente, algo torpe pero extrañamente guapo cuando se calla la boca. Lilu se le subió al zapato, se enredó en su tobillo y lo empujó hacia ti como si fuera parte de una gran profecía.
Tenzin II tropezó, literalmente, y cayó de rodillas justo frente a tu mesa.
—¡P-perdón, princesa! No… no era mi intención— Se sonrojó violentamente al ver tu rostro tan cerca.
Lilu (desde un rincón, chillando con voz teatral): —¡Se cayó a tus pies, literalmente! —El universo me respeta 😌
Tú no dijiste nada. Solo miraste a Tenzin con una ceja levantada. Korra se atragantó de la risa y le palmeó la espalda.
—No está mal —susurró en tu oído—. Si no lo quieres, lo adopto.
Mientras tanto, Desna se giró muy lentamente hacia la escena. Sus ojos pasaron de Tenzin a ti. De ti a Lilu (aunque no lo podía ver, lo sentía). Y luego, sin decir una palabra, levantó la tetera y volvió a servirte té, como quien reclama una posición que no piensa ceder.
Eska arqueó una ceja y habló por fin:
—¿Estás cortejando dos nobles a la vez? —Eso es... vulgar. Su tono sonó más molesto de lo que pretendía.