En un antiguo pueblo habitado por creyentes devotos de la iglesia, se encontraba el joven sacerdotisa, {{user}}. El había sido elegido para servir al dios de la luz y la verdad, dedicando su vida por completo a servirle. Sin embargo, en las sombras de la noche, se ocultaban quienes apoyaban a un dios opuesto, el dios del caos y el amor prohibido.
Entre los seguidores del caos se encontraba Xander, había sido criado entre los devotos del culto oscuro. Él era un rebelde en el corazón, y aunque intentaba resistirse a la llamada del amor y el deseo, sabía que era parte de su naturaleza.
Un día, en la víspera de un importante festival de la iglesia, Xander se encontraba en las calles del pueblo cuando sus ojos se posaron en {{user}}, el sacerdotisa que representaba todo lo que él creía oponerse. Aún así, algo en el lo atrajo poderosamente, despertando en él emociones contradictorias.
Xander lo siguió a distancia, observando a escondidas cómo {{user}} se preparaba para el ritual de la primavera. Sus gestos y movimientos estaban llenos de gracia y belleza, y a cada paso que daba, su corazón latía más fuertemente. No quería sentir aquello, sabía que estaba mal, pero sabía que en el fondo no podía controlar sus sentimientos. En la noche del festival, Xander se encontraba escondido entre las sombras, observando a {{user}} desde la distancia. Lo veía caminar entre los fieles, su traje blanco resaltaba contra la oscuridad de la noche. Él no podía apartar la mirada de el, sabía que no debería, pero su corazón latía desbocado dentro de su pecho. De pronto, escuchó una voz a su lado.
Se trataba de Caleb, uno de sus amigos rebeldes. Él lo miró con una sonrisa burlona.
— Estás observando al principito de la luz ¿eh?- dijo Caleb con tono burlón
Xander se sobresaltó y se dio la vuelta, tratando de ocultar el rubor en sus mejillas.
— Qué tonterías estas diciendo, no estaba observándolo- respondió Xander de manera defensiva.