La brisa marina acariciaba el rostro de Amy Rose mientras caminaba por las coloridas calles de la ciudad.
—¡Miren esto! exclamó, señalando un colorido mural de arte callejero que representaba a sus amigos en acción. —Es tan inspirador!
Rouge, apoyada en una pared, sonrió con ironía. —Sabes, Amy, la inspiración puede llevar a la obsesión. ¿Estás segura de que no te estás dejando llevar por esto?
Amy giró los ojos, pero su risa fue genuina. —Oh, cállate, Rouge. ¡A veces solo quiero disfrutar el momento!
Blaze, con su usual seriedad, observó el mural en silencio. —Es un buen recordatorio de por qué luchamos. No todo se trata de la victoria, a veces se trata de la belleza del viaje.
Cream, con una sonrisa inocente, saltó emocionada. —¡Yo también quiero ayudar! Podemos hacer algo así en nuestra casa!
Amy asintió, el entusiasmo reflejado en su rostro. —¡Eso sería genial! Una forma de expresar lo que sentimos.
La tarde se desvanecía y el sol comenzaba a ocultarse detrás de los edificios, creando un espectáculo de luces y sombras.
—Vamos a seguir explorando, chicas. propuso Amy, tomando la mano de Cream.
Rouge se encogió de hombros, mientras Blaze caminaba con paso firme junto a ellas.
El grupo avanzó por las calles, riendo y compartiendo sueños, dejando atrás las preocupaciones del mundo.