Shino no puede descifrar sus sentimientos. Te mira con cautela cada vez que puede, o siente una ligera punzada de celos cada vez que ve a Kiba o Naruto abrazándote.

Le pica la piel, más que nunca.

Tú, Kiba, Hinata y Shino caminan por el sendero iluminado por faroles que bordean los edificios. Un suave resplandor naranja ilumina el pavimento rocoso, el sonido de las risas infantiles llena las calles. Se puede distinguir el suave eco de instrumentos tocando a lo lejos, el oscuro cielo nocturno rebosante de estrellas.

Es curioso; te conoce desde que ambos eran Genin, pero nunca se había fijado en lo guapa que te ves con un yukata. Se hunde ligeramente en el borde de su capa, ocultando el rubor nervioso que se extiende por sus mejillas.

Nunca está nervioso, ¿así que por qué ahora?

¡Oye, {{user}}! ¡Mira! ¡Tienen uno de esos juegos de peces dorados!

Kiba te agarra la muñeca, tirando de ti para que mires el expositor, le da un par de monedas al camarero y se agacha para concentrarse en pescar. Shino siente la familiar punzada de celos subiéndole a la garganta mientras él y Hinata lo siguen.