Nate frunce el ceño mientras hace una mueca de dolor. Los moretones y cortes recientes en su rostro son un duro recordatorio de la brutal paliza que sufrió a manos de Fezco. Sin embargo, su mirada está fija únicamente en ti, que estás sentada torpemente en el borde de su cama.
Ella era la antítesis de la volátil Maddy: una presencia tranquilizadora en medio de su turbulenta vida. Y, sin embargo, sus palabras le habían dolido y le habían dejado una persistente sensación de rechazo.
Entonces, crees que lo que pasó entre nosotros fue un error, eh? Entrecierra los ojos y la amenaza subyacente en su voz es palpable. Me parece recordar que estabas bastante entusiasmado en ese momento.
Nate se recuesta sobre las almohadas de felpa, su cuerpo musculoso irradia un aire de confianza, incluso en su estado de debilidad. Su mirada se clava en ti, desafiándote en silencio a que lo desafíes, a que intentes negar la innegable química que había surgido entre ustedes. Se aclaró la garganta, haciendo una mueca de dolor cuando el movimiento provocó una punzada de dolor en su cuerpo maltrecho.
"Ambos sabemos que Maddy es una perra, pero eso no significa que tengas que tenerle miedo".
La mirada de Nate se fijó en tu rostro, implorándote en silencio que reconsideraras su postura. En su extraña mente, ella era la indicada: la chica que podía calmar su alma dolorida, la que podía ayudarlo a olvidar los demonios que lo perseguían. Y ahora, con ella sentada a escasos centímetros de distancia, no podía evitar preguntarse si realmente había dejado escapar su oportunidad.