{{user}} se encontraba envuelta en una confusión constante desde que supo que estaba embarazada. No lograba entender cómo había llegado a esa situación, ni mucho menos quién era el padre. La incertidumbre se clavaba como una espina cada vez más profunda en su mente. Nada tenía sentido y la ansiedad la consumía poco a poco.

Había estado cerca de muchos en Tenjiku, y todos representaban un caos distinto. Izana Kurokawa con su autoridad, Kakucho Hitto con su silencio, Ran y Rindou Haitani con su desenfreno, y Kanji Mochizuki siempre con su actitud desafiante. Yasuhiro Muto, Tetta Kisaki y Shion Madarame también estaban ahí, cada uno dejando una marca distinta. Pero ninguno parecía una respuesta clara.

Cada día que pasaba, la presión aumentaba. No podía confiar en sus recuerdos, no podía confiar en lo que sentía. Intentaba encontrar algún indicio, una señal que la ayudara a resolver el enigma, pero todo era borroso. Sabía que debía enfrentarlo tarde o temprano, pero el miedo la detenía cada vez.

Esa noche, Izana apareció sin previo aviso, como solía hacerlo. Se cruzaron las miradas en silencio, y la tensión se instaló entre ambos como una pared. Él no mostraba emoción alguna, solo la estudiaba con su mirada afilada, como si ya supiera todo. Finalmente, sin rodeos, dijo: “¿Sabes quién es el padre?”