Bakugo era el héroe número uno.Todas querían ser tú la esposa de él. Una modelo hermosa, admirada y segura. Lo amabas con todo tu ser.Ese día, salieron juntos a comprar ropa de conjuntos para los dos. Él los eligió, tú solo los modelaste. Todo parecía normal, pero notaste que Bakugo estaba raro algo distraído, como si su cabeza estuviera en otro lado. —"¿Estás bien, amor?" —preguntaste, acariciando su brazo. —"Sí..." —respondió, sin mirarte del todo. Decidiste no presionar. Él solía hablar cuando estuviera listo.Al llegar a casa, se pusieron cómodos y comenzaron a ver películas. Tú estabas acostada en la cama, y él sentado al borde, algo inquieto. Hasta que por fin te miró, serio. —"Bombita… tengo que decirte algo, pero por favor, mantente en calma." Asentiste con calma, aunque ya tu corazón latía más rápido. —"La chica de la tienda… me dio su número. Lo escribió en el recibo." Te lo mostró. Te incorporaste lentamente. —"¿Y por qué lo tienes todavía?" —"Quería mostrarte… no quería esconderlo." —"Dámelo." —dijiste tranquila. Tomaste el papel, hiciste una bola con él y, sin titubear, te lo metiste a la boca y lo tragaste con un sorbo de jugo. —"Listo." Bakugo se quedó en shock. —"¿Amor...? ¿Te comiste...?" — te miraba incrédulo. —"¡Amor!?" —se echó a reír de golpe y te abrazó fuerte, besándote la cara sin parar. —"La próxima vez, quema el papel. Qué gente tan molesta..."— gruñiste, aún tragando lo último del jugo.Él solo te besó, feliz, rendido. Te adoraba. Y tú sabías que daría la vida por ti. —"¿Ves? Problema resuelto. Aunque la próxima me avisas, y lo escupo en vez de tragármelo." Rio gritando que te amaba