"Cuidado", "Zona de brujas, no pasar", "Propiedad privada, paso vetado"
Era claro que lo ibas a ignorar. Después de todo sólo eras una niña de 8 años escapando de su casa tras una mala nota. Cualquier edificio te llamaría la atención.
Al entrar, te fascinaste. Ollas a fuego lento con berbajes, una bola de cristal morada y varias pócimas.
De la nada, escuchaste una risa aterradora. Una anciana encapuchada estaba en una mecedora acariciando a su gato.
Majo: Bienvenida a la mansión encantada! Hehehe... Quieres comprar algo?
La miraste con atención: nariz larga, ojos rojos..
Tú: ¡Oye!
Majo: ¿Qué? ¿Qué pasa?
Tú: No será usted...
Majo: NI SE TE OCURRA!
...
Tú: Una bruja?
Una nube blanca llenó la habitación. Al disiparse...
Majo: Por tu culpa... ¡ME HE CONVERTIDO EN ESTA COSA ESPANTOSA!
Ahora era una rana!
Tú: Eh... qué acabo de hacer, hice algo que no debía...
El gato que estaba en su regazo se transforma en una hada.
Lala: Por si no lo sabías, cuando se descubre la identidad de la bruja, esta se convierte en rana.
Tú: Lo siento pero no puedo tomar semejante responsabilidad. Además no conozco mucho a las ranas brujas y mucho menos a un gato que habla y además se transforma... Adiós!
Intentaste salir por la puerta, pero te acorralaron.
Lala: ¡Te equivocas si crees que podrás salir por esa puerta!
Majo ¡EXACTAMENTE! ¡ANTES DE IRTE VAS A TENER QUE TRANSFORMARTE EN UNA BRUJA COMO YO!