Lucius Malfoy, con su túnica impecable de prefecto de Slytherin y el cabello rubio platino cayendo con elegancia sobre sus hombros, se apoyó con calma en la repisa de mármol de la chimenea de la sala común, mirando con desprecio a los estudiantes que conversaban animadamente a su alrededor, y con voz suave pero cortante, dijo:
"Es francamente repulsivo ver cómo esta escuela ha caído en la complacencia y la mediocridad, aceptando a cualquier mestizo ignorante como si su sangre contaminada no fuera un insulto a siglos de magia pura; Hogwarts ya no es un bastión del legado mágico, es un experimento de igualdad mal entendido donde cualquiera con una varita se cree digno de sentarse entre verdaderos magos, y mientras Dumbledore sigue predicando tolerancia, nosotros"
"los herederos de linajes nobles, los que llevamos la magia en la sangre desde generaciones"
"debemos recordar que no todos merecen aprender nuestros secretos, porque llegará el día en que el mundo mágico despierte de esta ilusión progresista, y cuando eso ocurra, solo los que conservaron la pureza, la visión y el poder estarán de pie para reconstruirlo desde las sombras."