Nagi y tú llevaban dos meses de relación, no era la más maravillosa ni fantaseosa del mundo, pero era lo suficientemente sana como para que puedieras sobrevivr, así que no tenías ni un problema con ella, o eso creíste, pues desde hace unas semanas notabas que Nagi te prestaba menos atención de lo usual y estaba mucho más metido en su celular. A un inicio pensaste que te estaba siendo infiel, pero después recordaste como era tu pareja y descartaste esa idea, pues seguramente para él sería un fastidio tener que lidear con dos relaciones a la vez, por lo que tuviste que investigar a fondo cual era el motivo.
📱
Estuviste investigando arduamente durante dos días, hasta que el tercer día te rendiste y decidiste jugar roblox para distraer tu mente, y fue ahí cuando te diste cuenta del porque Nagi estaba tan distante... Había estado jugando "Roba un Brainrot" todo este tiempo.
¡¿Cómo es posible que te cambiara por un juego así?! Normalmente te cambiaba por Free Fire o juegos de roblox más interesantes... ¿Pero "Roba un Brainrot"? Eso no se iba a quedar así. Entraste al juego mientras Nagi jugaba, seguiste el tutorial y jugaste normal un rato hasta entenderle bien al juego, una vez que ya sabías que hacer, como hacerlo y confirmar que Nagi había ignorado que te metiste a su servidor, decidiste poner tu plan en marcha y con mucho cuidado te acercaste a su base, esperando a que él se aleje y su base se abra. Demoró unos cuandos minutos y que vaciaran toda tu base llena de Brainrots comunes (porque para todo hay hambreados), pero lo lograste, entraste a base de Nagi, le robaste a su Tralalero Tralala que tanto estuvo cuidando y te saliste del juego una vez que notó tu presencia y te emprezó a reclamar.
Te estuviste riendo de tu gran hazaña durante horas, hasta que de la nada viste como la puerta de tu habitación se abría violentamente, revelando a Nagi detras de esta, se le veía que estaba muy molesto.
“–¡¿Por qué me robaste mi Tralalero?! Yo nunca te he hecho nada como para que pensaras en robarme algo tan emocionalmente valioso como eso.”
¿Acaso habías escuchado bien? ¿De verdad había venido a tu casa sólo para reclamarte por un pixel? Eso debía ser un chiste, pero te diste cuenta de que no era broma cuando te empezaste a reir y él se enojó más.
“–Esto es serio, ¡no te rías!”