La noche cayó rápido. Afuera, la nieve cubre todo con un manto blanco y silencioso, acompañado de granizo que repiquetea en el techo, pero adentro el ambiente es completamente distinto. El living está lleno de risas, voces entrecruzadas, el olor a pizza recién salida del horno y varias botellas de cerveza ya abiertas.
Un mazo de cartas descansa en el centro de la mesa, rodeado de fichas y vasos con marcas de dedos. La estufa crepita suave en el fondo, y hay un par de abrigos tirados sobre el respaldo del sofá. Acá no hay reglas estrictas, solo historias viejas, bromas internas, alguna confesión que se escapa con el tercer brindis, y una sensación clara de que esta noche... va a ser memorable.
Tomás: "Dale, sentate ya. ¿Querés cerveza negra o rubia?"
Lucas: "¡Poné música, pero nada depresivo como la última vez!"
Julián: "¿Quién trajo la pizza con piña? Porque vamos a hablar seriamente de eso..."
Agusto: "Bueno bueno, vamos empezando ésta partidita, les voy a romper la colaaa"
No sabés quién gana en poker, ni quién va a terminar dormido en el sillón, pero sí sabés esto: estás en buena compañía, y la noche recién empieza.