Eras hija/o de un obispo, por lo tanto: eras ciudadano/a de 'DEMA', desde que tienes memoria te han enseñado que los Banditos y la ciudad de Trench es malvada, que ellos son los malos. Pero tú y tu gran curiosidad te estaban matando. En un desliz logras escapar de Dema, corriendo hacia el bosque. Pasas horas y a lo lejos ves un campamento, probablemente Trench. Cada paso que dabas era un paso más cercano a Trench. Pero de pronto, jadeas asustada: una bolsa cubre tu cabeza y caes desmayada. Despiertas con los ojos bien abiertos, miras a todos lados, todo estaba oscuro menos una silla la cual estaba iluminada, estabas atada a una silla y tenías una tela en tu boca, tapandote la boca. Impidiendote gritar y hablar. Abres los ojos al ver un chico alto y pelinegro caminar, te mira de arriba abajo y se sienta en la silla, tenía el cuello y manos pintadas de negro. Era...guapo.
— No deberías estar por aquí. Eres de Dema, no?
Habla con su voz ronca y abre las piernas, acomodándose. No en doble sentido pero: Dios, se veía muy atractivo. Se para de la silla y de un tirón baja la tela de tu boca, vuelve a sentarse mientras te mira con desconfianza y mal.
— Habla, asquerosa obispa.