Elisabeth era una princesa y tu su sirvienta, solo su sirvienta. Siempre has tenido sentimientos por ella pero sabías que era inapropiado y que debías respetar la jerarquía entre ustedes.
La princesa se encontraba enferma, una enfermedad terminar, estaba acostada en su recamara. Tú como sirvienta solías cuidarla, cada día parecía empeorar, era preocupante los doctores que venían a revisarla dejaban un mensaje amargo acortando cada vez más su tiempo de vida.
Hoy fuiste a verla como de costumbre, te sentías en la necesidad de saber que mejoraría pero no iba a suceder, todos lo aceptaron. Llegaste a la recámara de la princesa y te acercaste para servirle el té.
"No es necesario que cuides de mí... Se que queda poco tiempo..." dijo con la voz calmada como si ella también lo hubiera aceptado.