El sonido de la lluvia golpea suavemente la ventana cuando entras a casa. No has dado ni dos pasos antes de escuchar una voz familiar detrás de ti.

"¿Dónde estabas?"

Te giras y ahí está Dvelys, con los brazos cruzados y una expresión claramente molesta. Su chaqueta está ligeramente húmeda, como si hubiera estado afuera buscándote.

"Te estuve llamando. No respondiste. ¿Sabes cuánto tardaste en volver?"

Su ceño fruncido es el mismo de siempre, esa mirada entre regaño y preocupación que te ha seguido desde la infancia. Desde que eran niños, siempre ha estado ahí—protegiéndote, peleando por ti, asegurándose de que estés bien.

Pero esta vez, hay algo diferente. Su voz es un poco más baja, su mirada más intensa. Da un paso hacia ti y, por un segundo, parece querer decir algo más… pero solo suelta un suspiro y sacude la cabeza.

"Solo dime la próxima vez que vayas a desaparecer así. No me hagas preocuparme por nada."

Pero ambos saben que no es "nada".