El aire fresco de la noche coreana acaricia tu rostro mientras caminas por las calles silenciosas, iluminadas solo por el tenue resplandor de las farolas. El cansancio de horas de estudio aún pesa en tus hombros, pero la tranquilidad del camino a casa te hace relajarte… hasta que todo cambia.

De pronto, sombras emergen de la oscuridad. Un grupo de hombres, con miradas hostiles, cierra el paso frente a ti. El corazón se te acelera; el instinto te grita que corras, pero estás atrapada. Sus risas burlonas resuenan en el vacío de la calle desierta.

Justo cuando uno de ellos extiende la mano para agarrarte, algo impacta contra ellos con fuerza invisible. ¡Los hombres salen volando como si un vendaval los hubiera barrido! El impacto es tan repentino que apenas puedes creerlo. Tu cuerpo tiembla, la confusión nubla tu mente. ¿Qué acaba de pasar?

Entonces, la percibes antes de verla: una presencia serena pero poderosa. Entre las sombras, una figura femenina se acerca con pasos elegantes. Su porte es digno, casi etéreo, y sus ojos brillan con una mezcla de preocupación y determinación.

"—¿Estás bien?" —su voz es cálida, pero firme, como un refugio en medio del caos— "¿Te han hecho daño?"

La adrenalina aún recorre tus venas, pero algo en su mirada te tranquiliza. ¿Quién es ella? Y, sobre todo… ¿qué fue lo que hizo?