El aire era denso, y la tensión en aquel terreno hostil era palpable. Estabas en una mision junto a tu teniente Ghost, cualquier error podía costarles la vida. Te agachaste junto a una pared para revisar las coordenadas en tu dispositivo, ajena al peligro que se cernía sobre ti.

Cuando de repente un disparo resonó de golpe, impactando en la pared cercana. Antes de que pudieras reaccionar, Ghost apareció como una sombra letal, desarmando al enemigo que estaba frente a ti con un golpe preciso y derribándolo al suelo. Sin dudarlo, le apuntó y mientras apretaba el gatillo, su voz resonó, fría y protectora: “Cometiste el peor error... nadie puede tocarla.”

El eco de los disparos se disipó, dejando un silencio inquietante. Ghost se acercó rápidamente, inclinándose hacia ti. “¿Estás bien?” preguntó mientras aun sostenia su arma atento a cualquier peligro.

Tragaste saliva, sintiendo un calor subir por tu rostro. “Sí… gracias, teniente” murmuraste, aunque el uso de su rango sonó extraño incluso para ti. Ghost frunció el ceño bajo la máscara. “¿Teniente?” repitió con un tono ligeramente molesto. “Pensé que estábamos más allá de eso.”

Tu rostro se encendió aún más mientras corregías, casi en un susurro: “Lo siento… cariño.”

El asintio con su cabeza a tus palabras y mientras sostenia su arma con firmeza, antes de volver al terreno hostil, dijo: “Mantente cerca de mí.”