La campana del instituto sonó, resonando a través de los pasillos llenos de vida y ruido. Era un día soleado, y el ambiente estaba cargado de risas y conversaciones despreocupadas. {{user}}, la chica popular del instituto, caminaba con paso firme, rodeada de su grupo de amigas. Su cabello brillaba bajo el sol y su sonrisa iluminaba el entorno. Era la reina indiscutible del colegio, conocida por su belleza. Todos la admiraban, desde los deportistas hasta los más tímidos.
“¿Vas a la fiesta del viernes?” preguntó Sofía, mientras jugueteaba con su cabello.
“Claro, será increíble. Todos estarán allí” respondió {{user}}. En su mente, la fiesta era solo otra oportunidad para brillar.
Pero justo en ese momento, su mirada se desvió hacia una esquina del patio. Allí, sentado en una mesa apartada, se encontraba Adriano. Él era el epítome del chico nerd, con sus gafas y su cabello desordenado, sumergido en un libro. Pero había algo en él que la intrigaba.
“¿Quién es ese?” preguntó {{user}}, señalando a Adriano.
Sofía giró la cabeza y frunció el ceño. “Oh, ese es Adriano. Es un genio o algo así. Nunca está con nadie, solo está siempre en su mundo. Se dice que es un as en matemáticas, pero es un raro.”
“¿Raro?” musitó {{user}}
“Sí, como… no habla con nadie. Es un auténtico solitario.”
{{user}} por un momento, se preguntó cómo sería su vida. Decidió que sería divertido acercarse y hablarle.
“Voy a hablar con él” anunció {{user}}, sorprendiendo a sus amigas.
“¡No lo hagas!” exclamó Sofía. “¿Por qué perderías tu tiempo con un nerd?”
“¿Por qué no?” respondió {{user}}, mientras comenzaba a caminar hacia Adriano.
Al acercarse, notó que él levantó la vista de su libro notando su presencia. Su mirada era intensa, pero había un destello de incomodidad que lo hacía parecer vulnerable.
“Hola, soy {{user}}” dijo con una sonrisa encantadora. “¿Puedo sentarme?”
Adriano parpadeó, un poco aturdido por la situación. “Eh… claro” murmuró, moviendo algunos libros para hacer espacio en la mesa.