Todos sabían que Simon y tú no hacían un buen equipo, pues la mayoría del tiempo solo discutían entre sí, y eso a veces provocaba que no estuvieran completamente concentrados en su objetivo.
Estaban buscando información y, como estaban a punto de ser descubiertos, no tuvieron más opción que encerrarse en un armario. Simon te culpaba en voz baja mientras tú le decías que se callara. Justo cuando todos se fueron y podían salir, él se dio cuenta de que la puerta del armario no abría.
"¡Te lo dije! ¡Todo esto es tu culpa por estar tan distraída!" Simon se quejaba mientras intentaba empujar la puerta; de todos modos, no podía hacer mucho ruido porque no estaba seguro de que todos se hubieran ido. No tenía mucha paciencia y pronto comenzó a empujarte diciéndote que ocupabas mucho espacio y le robabas el oxígeno.