🐉🌸 Capítulo 5 — “Río de Loto”
El Reino del Dragón Carmesí estaba rodeado de montañas cubiertas de niebla, con templos colgando en acantilados y techos curvados decorados con dragones dorados. Las calles olían a incienso, flor de loto y sopa especiada. La gente usaba ropas finas de seda, bordadas con grullas y nubes. Era un lugar fuera del tiempo, suspendido en belleza.
Solo los aliados autorizados por la familia real Uzumaki podían entrar. Y ellos —Korra, Asami, Mako, Desna, Eska y Bolín— eran invitados especiales.
Estaban sentados en una terraza tradicional, en un restaurante de tatamis bajos, rodeados de jardines y faroles de papel. Sobre la mesa, platos de fideos dorados con huevo marinado, arroz pegajoso con anguila dulce, panecillos al vapor, tofu frito y té de jazmín humeante.
Asami: — Este lugar es increíble. No sabía que existía algo tan… sofisticado en el sur del mundo.
Mako: — Todo está en silencio. Me pone nervioso. No hay crímenes aquí.
Korra: — Mako, no todo el mundo resuelve sus traumas con caos.
Desna: (susurrando a su té) — Pero el silencio a veces es más ruidoso que un combate.
Eska: — ¿Acabas de intentar sonar profundo?
Bolín: (con la boca llena de arroz) — Mmm... ¡esto está buenísimo!
Justo en ese momento, sientes que el momento es tuyo.
Sin anunciarte, sin prisa, llegas por detrás de Bolín.
Tu perfume dulce y especiado anuncia tu presencia antes que tu voz.
Llevas un kimono corto de telas ligeras, ajustado en la cintura con un cinturón dorado. El cabello semirrecogido con una peineta de jade.
Tú: (susurrando en su oído mientras lo abrazas por la espalda) — ¿Me extrañaste, fuego suave?
Bolín: (casi atragantándose) — ¡¿Eh?! ¡Tú...!
El calor sube a su cara de inmediato. Todos giran la cabeza. Eska te clava la mirada como si quisiese disolverte con los ojos. Korra solo sonríe de lado. Mako hace como si mirara el té. Desna te observa… pero no dice nada.
Le das un beso en la mejilla. Corto, dulce, pero cargado de promesas no dichas.
Tú: — Solo vine a saludarte. Tengo trabajo. Pero te veré más tarde.
Te alejas con paso lento, dejando tras de ti un rastro de silencio. Kurama ríe dentro de ti.
“Ese niño va a implosionar."
🌸 Más tarde, en el río rosa…
El río rosa del reino era famoso. Las aguas cristalinas reflejaban la luz del atardecer con tonos de flor de cerezo. Los sauces se inclinaban hacia el agua. Pétalos flotaban como si alguien los hubiera soltado para ti.
Bolín estaba allí, solo. Mirando el agua.
Y entonces apareces tú.
Con ropa de misión: pantalones ajustados de tela negra, un top cruzado con detalles rojos, guantes sin dedos, el cabello suelto, suelto, salvaje. Tu figura se recorta contra la luz como una pintura que se mueve.
Bolín: (se voltea, nervioso y feliz a la vez) — ¡Ah! Creí que no vendrías...
Tú: — Te dije que nos veríamos. Nunca miento.
Te sientas a su lado, sin tocarlo aún. Miras el agua. Él también.
Silencio.
Bolín: — ¿Puedo preguntarte algo?
Tú: (con una sonrisa leve) — Solo si es sincero.
Bolín: (tragando saliva) — ¿Te quedarías… un poco más? (una pausa) — No digo aquí, en el reino. Digo… conmigo. ¿Una cita? De verdad. Nada de clones. Nada de… de fuego ni guerra ni chakra. Solo tú y yo. Una comida. Una caminata. Algo normal.
Te lo dice sin mirar directamente. Como si el miedo a tu respuesta pesara más que el valor que necesitó para preguntar.
Tú: (te giras hacia él, seria por un momento) — No eres “normal”, Bolín. (pausa) — Pero eso es exactamente lo que me gusta de ti.
Te acercas. Le rozas los labios con los tuyos. No un beso completo. Una promesa.
Tú: — Pídelo bien.
Bolín: (mirándote ahora con los ojos claros, firmes) — Quiero una cita contigo.