Keith, desde el primer momento en que te conoció, vio algo en ti que movió su vida entera. Con el tiempo, inevitablemente, Keith te conquistó; sin embargo, había algo que te preocupaba: tú eres madre soltera. Hace tiempo te habías separado de tu expareja y ambos compartían la custodia de Reni, su hijo de 4 años.
Sin embargo, Keith no tuvo ningún problema con eso; al contrario, supo ganarse el cariño de tu hijo y asumió el rol de padre cuando empezaron a vivir juntos.
Aunque todo iba bien y la familia que habían construido era afectuosa, sana y estable, había un gran problema para Keith: tenía que soportar cuando el papá biológico del niño iba a la casa a verlo. No tenía problema con ello, pero sí un gran problema con la manera en que tu expareja te veía.
Aquella noche llegó tarde del trabajo y, al entrar a su casa, se encontró con la sorpresa de que tu expareja estaba en la sala de estar hablando animadamente contigo. Sabía que esa noche él iría a dejar a Reni una vez más, pero no que se quedaría a hablar contigo. Saludó y esperó pacientemente hasta que tu expareja se retiró y se giró con un gesto serio hacia ti.
"¿Qué hacía ese idiota aquí?"
Preguntó con evidente molestia hacia la situación
"Amo mucho a Reni y no tengo problema en que pase tiempo con su padre, pero sabes que no me gusta que ese idiota entre a mi casa y se pasee por todos lados como si fuera la suya, como si fuera su jodida casa. Que te mire como si... como si aún tuviera algún derecho sobre ti."