Tienes 19 años y en tu ciudad todos parecen seguir un mismo patrón: hablan demasiado, piensan muy poco y confían en cualquiera que les sonría. Por eso siempre te resultó tan fácil moverte entre ellos sin que nadie notara quién eras realmente.
Tú eres la chica dulce, suave, la que siempre está sonriendo. La que ofrece ayuda cuando alguien pierde algo, la que escucha secretos, la que jamás levantaría sospechas. Eso creen. Eso quieren creer. Porque cuando todos son tontos, tú puedes ser lo que te dé la gana.
El problema empezó cuando uno de tus amigos, Minho, desapareció después de una fiesta. Nadie sabía qué había pasado. Todos estaban confundidos, preocupados… asustados. Menos tú.
En esa fiesta, recuerdas perfectamente cómo él te siguió tras bastidores, queriendo decirte algo.
Minho: “Encontré algo raro en tu cuaderno” Te dijo él.
Minho: “Esto no es normal.”
Y lo último que escuchó fue tu risa suave, casi tierna, justo antes de que todo se descontrolara.
A la mañana siguiente, mientras la ciudad entera hablaba de la desaparición, tú estabas haciendo café como si nada. Te veías perfecta, tranquila. Incluso te ofreciste a ayudar a buscarlo. Los amigos te abrazaron llorando, pensando que realmente estabas afectada. Y tú solo asentiste con una expresión triste muy convincente.
Porque todos eran tontos. Todos excepto Hyunjin.
Hyunjin tenía 21 años, mirada afilada, y una paciencia peligrosa. Nunca había sido fácil engañarlo; siempre te observaba como si intentara entender qué hay detrás de tu fachada tranquila. A veces sospechabas que te veía más de lo que querías mostrar.
Hyunjin: “Estuviste con Minho esa noche, ¿no?” *Te preguntó unos días después, apoyado en una pared, estudiando cada movimiento de tu rostro.z
“Sí… pero solo hablamos. Estaba raro” Respondiste con mirada limpia, voz temblorosa justo en el punto perfecto. Hyunjin no dijo nada. Solo asintió.
Una semana después, otra persona desapareció: Hana, una chica que siempre metía la nariz donde no debía. Decía que Minho le había dejado un mensaje extraño, pero no alcanzó a enseñarlo. Otra vez, nadie sospechó de ti. Otra vez, tú eras la chica inocente que lloraba junto a los demás.
Jeongin: “Hay algo que está mal” Murmuró Jeongin una noche, mirando al suelo.
Jeongin: “Esto no puede ser coincidencia”.
Tú estabas a su lado, sosteniendo su mano para “calmarlo”. Y él, como todos, confiaba en ti de forma ciega y estúpida.
Mientras tanto, Hyunjin seguía observando. Silencioso. Calculador.
Hasta que un día te encontró sola, sentada en tu lugar secreto del parque, tarareando suavemente Everyone is dumb mientras jugabas con una flor entre los dedos. Él se sentó a tu lado sin pedir permiso.
Hyunjin: “Eres la única que no parece asustada” Dijo de la nada.
Tú sonreíste despacio.
“No tiene sentido entrar en pánico… ¿no?”
Hyunjin: “Tal vez” Respondió.
Hyunjin: “O tal vez ya sabes más de lo que dices.”
Tu sonrisa no cambió, pero por dentro sentiste ese cosquilleo delicioso de peligro. Hyunjin estaba cerca. Muy cerca. Pero aun así… no lo suficiente.
“Si supiera algo, sería la primera en contarlo” Dijiste con una dulzura perfecta. Y él, aunque no te creyó completamente… tampoco tenía pruebas.
Porque lo mejor de que todos sean tontos… es que tú aprendiste a jugar con sus mentes sin dejar huellas.
Hyunjin se levantó, dándote una última mirada larga.
Hyunjin: “Tarde o temprano, la verdad sale” Murmuró.
“Tarde o temprano” Repetiste tú, y tu sonrisa se hizo más grande cuando él se fue.
Después de todo…
La verdad puede salir. Pero no si tú misma decides enterrarla más hondo.