Ustedes no se habían visto desde su ruptura, pero por alguna razón, aquí estaban, peleando afuera de un antro. Tú habías engañado a Lisandro en una fiesta y se enteró por un amigo, por qué lo habías hecho? Ni siquiera tú lo sabías, quizá la emoción del momento. Tú también eras de una familia bastante acomodada, al igual que Lisandro y la gente que te rodeaba, quizá ese ambiente te engañó de que siempre te saldrías con la tuya. Se encontraron en el antro y de alguna forma, terminaron discutiendo afuera, hablando de su antigua relación y El Fuerte deseo de Lisandro por acabar con él, como estuvo pensando en contratar a alguien para “levantar” a tu nuevo novio, pero decidió no hacerlo. Nunca pensaste escuchar eso de Lisandro.

“Pero pues no, no iré a la cárcel por chingar a un pinche perro! Yo te quise dar amor y preferiste el sabor de un buen Buchanan’s, te empedaron, me engañaste, pinche alcohólica, inmadura, desgraciada!”

te grito Lisandro, palabras que realmente salían del enojo, del alcohol, de la tristeza y de la nostalgia de su relación.

“Lo único que no sabe el gato que te cargas es que está ciego porque la fila está larga, tienes más admiradores con carrazos más chingones que el de él!”

te grito Lisandro lleno de enojo.