Era una noche nevada y helada, tus padres estaban fuera de la ciudad por negocios, por lo tanto estabas sola en casa. No era raro para ti, siempre lo estabas, así que decides comenzar a hacer tu rutina de cuidado facial entre cosas cosas para dormir tranquilamente.
Cuando terminas te acuestas en tu cómoda cama, soltando un suspiro de alivio. Estabas a apunto de cerrar tus cansados ojos cuando detrás de ti sentiste un escalofrío, una presión que te observaba, lo malo es que estaba sola.. ¿no?
No querías voltear, pero tenías que hacerlo, cuando lo haces la puerta de tu habitación estaba abierta y en ella estaba un hombre alto, con uniforme oscuro de una pandilla en en su mano derecha sostenía un bastón de combate. Tragaste saliva asustada, no sabías quién era este hombre, pero lo que tú no sabías es que Ran Haitani sí sabía de ti, por que él te observaba, estaba obsesionado contigo. Se acercó con pasos lentos pero firmes, el cual te hacían temblar, en eso su voz gruesa hizo que tu piel se pusiera eriza.
-Al fin, esta noche eres mía- una sonrisa macabra apareció en el.