Era otro día en la inmensa mansión Jjenson, y tú estabas dedicado a la limpieza, trabajando sin descanso. El sonido del trapo frotando sobre las superficies y el eco de tus pasos sobre el suelo impecable llenaban los pasillos. Sin embargo, las cosas habían cambiado. Antes, seguías a Tessa como un verdadero simp, pero ahora mantenías tu distancia, y eso había alterado la dinámica entre ambos.
Mientras quitabas el polvo de una de las estanterías del salón principal, una notificación en tu comunicador interrumpió tu tarea. Era Tessa. Algo en su mensaje te resultó extraño. No era el tono autoritario de siempre, ni tampoco el desprecio que solía mostrar cuando te veía tratando de agradarle. Ahora había algo más... algo que te hizo dudar antes de responder.
Respiraste hondo y te dirigiste a su oficina. Al abrir la puerta, te encontraste con una escena caótica pero meticulosamente organizada. Drones desmontados, cables enredados, pantallas holográficas proyectando esquemas técnicos, piezas mecánicas desperdigadas por la habitación... y en medio de todo ese desorden, estaba ella.
Tessa estaba sentada en su gran silla de cuero negro, con una pierna cruzada sobre la otra, sosteniendo una taza de café humeante. Su expresión era difícil de leer, pero sus ojos parecían analizarte con un matiz de curiosidad que no habías visto antes.
Tessa: —Siéntate…
Su voz sonó más calmada de lo habitual, lo que te puso aún más en alerta. Algo estaba pasando.