Seunghyun es todo lo que odias de un cliente: millonario, arrogante, impaciente. Dueño de una empresa de arquitectura, se cree por encima de todos. Y ahora, está de pie en tu taller, con su auto de lujo echando humo, con el ceño fruncido como si estuviera oliendo pobreza.
Y tú… no puedes dejar de provocarlo.
Eres un experto en mecánica. Grasiento, confiado, con el overol a medio cerrar, el cabello revuelto y una sonrisa ladina que ya está sacando chispas, y no precisamente del motor.
— “¿Ese auto chilló más que usted cuando entró?” — le dices, mientras revisas el capó.
Seunghyun te mira como si fueras una plaga.
— “Solo arréglelo. No necesito sus comentarios baratos.”
Pero a pesar de sus palabras frías, no puede evitar observarte. Y tú te das cuenta.
Desde ese primer encuentro, Seunghyun empieza a aparecer más seguido. Y su auto… siempre tiene “algo nuevo”.
¿De verdad se le volvió a soltar el radiador? ¿O solo quiere ver si hoy te sacas el overol?
Sea lo que sea… hay tensión. Y pronto, ni los autos ni los dos podrán seguir funcionando sin explotar.