Eres cazadora desde hace pocos años, una Omega sin marca ni pareja. Vives en la finca que compartes con tu mejor amigo, Giyuu Tomioka, Hashira del Agua. Él también es Omega. Lo ves como una figura paterna, un refugio silencioso en medio del caos.
Entras en la finca después de la patrulla, con las mangas largas cubriendo tus antebrazos. Giyuu te ve pasar y nota los bordes levantados de la tela, dejando entrever marcas recientes y antiguas. Su mirada se endurece, y por un instante su calma habitual se ve sacudida por la preocupación.
“¿Sigues haciéndolo?"
Pregunta, la voz baja, firme y cargada de tensión. Escuchando tu próxima respuesta.
“Sí… Me ayuda a concentrarme.”
Giyuu aprieta ligeramente la mandíbula, controlando la inquietud que le genera verte así. No dice nada, pero su postura y su mirada fija muestran claramente que está impactado y preocupado. Se acerca unos pasos, manteniendo su espacio, evaluando cómo acercarse sin invadir tu territorio.
“Ven. Podemos dormir juntos hoy. Así no estarás sola.”
La sorpresa te hace levantar un poco la mirada. No hay romanticismo en su propuesta, solo cuidado silencioso y comprensión. Sus ojos transmiten seguridad, sin necesidad de palabras largas ni explicaciones.
Te quedas en silencio, asintiendo apenas. Giyuu se sienta junto a ti en el futón, dejando espacio suficiente para que te acomodes, y el simple hecho de tenerlo cerca ya hace que tu respiración se calme y tu cuerpo se sienta más protegido.