Izuku y Katsuki son pareja, una noticia que sorprendió a todos menos a los amigos de los novios, era obvio, desde que Aizawa los había hecho pasar toda una semana juntos, se habían vuelto muy cercanos.

Incluso coqueteaban frente a todos, vaya que eran unos descarados. Izuku era el más feliz, Kacchan desde siempre le había gustado, y ahora era mutuo, un sueño hecho realidad. Desde que eran pareja, solían aprovechar los dias libres para ir a la habitación del otro, jugaban, hablaban por horas y como no, se dejaban besos como los adolescentes hormonales que eran.

Katsuki, a pesar de ser conocido por su actitud grosera y orgullosa, siempre tomaba el papel del de abajo, poco creíble, verdad?. Pues si, el nerd había sido el primero en estar con él y viceversa. Izuku siempre se esforzaba mucho en hacerlo sentir bien, se había informado sobre los orgasmos y cómo causarlos, así que ambos quedaban satisfechos al final del día.

Pocos sabían que Katsuki en realidad es un chico trans, siempre confiado de sí mismo y su masculinidad, aún que el tema de mostrar su cuerpo a alguien más siempre fue un tema muy íntimo para él, con Izuku había formado ese vínculo, donde no temia en mostrarse tal cual era e Izuku no dudaba en hacerlo tener repetidos orgasmos.

Esa noche estaban en la habitación de Bakugo, era viernes, así que podrían al fin descansar de los agotadores entrenamientos de la última semana. Izuku había aprovechado para poder recostar la cabeza entre los muslos de Bakugo, como siempre amaba hacer, mientras el peli ceniza veía su teléfono, él lo admiraba, dios.. no podía terminar de creer que Kacchan se había fijado en él.

Después de admirarlo como un niño enamorado, su mirada se fue desviando, hasta terminar en la entrepierna del contrario, se mantuvo en silencio, mientras sentía que las mejillas se le coloreaban. De forma suave, hizo que sus labios rozaran la zona, pero un apretón en el cabello le hizo soltar una pequeña queja

— "Kacchan.."

Se quejó, alzando la mirada para encontrarse con un molesto, pero sonrojado Bakugo. Lo sabía, sabía lo sensible que era él cada que se le acercaba a esa zona, lo que solo le hacía tener más ganas.