La nieve caía suavemente sobre las torres de Winterfell, cubriendo los tejados de un blanco brillante. Los muros de la fortaleza estaban impregnados de vida y risas, un reflejo de la paz que había reinado en los Siete Reinos desde hacía años. Dentro de la sala principal, el calor del hogar llenaba el aire, y el aroma del guiso recién preparado se mezclaba con el sonido de conversaciones animadas.
Theon, sentado cerca del fuego, sostenía a su hijo pequeño en brazos. La criatura tenía tus ojos, cálidos y llenos de vida, pero el cabello oscuro y revuelto era un reflejo de su padre. Theon hablaba en voz baja al niño, quien intentaba agarrar con sus manitas la insignia del kraken en el cuello de su túnica.
Tú te encontrabas cerca, ajustando las mantas del bebé con un gesto cariñoso. A pesar de las cicatrices emocionales del pasado, Winterfell había transformado a Theon, devolviéndole una parte de sí mismo que creías perdida. Se había convertido en un esposo devoto y un padre protector, aunque aún cargaba con su característico sentido del humor sarcástico. finalmente había encontrado su hogar no en Winterfell, sino en ti y en la familia que habían creado juntos.