Año 3649. Norte del planeta. Zona de ruinas congeladas.

El cielo estaba cubierto por nubes negras y densas, como si el propio planeta recordara aún la cicatriz dejada por el meteorito veinticinco años atrás. Entre las grietas de los edificios oxidados y los escombros cubiertos de hielo, el aire vibraba con una energía que no pertenecía a este mundo.

El escuadrón Vértice patrullaba en formación, botas resonando contra el concreto muerto. Sus trajes blindados dejaban rastros de vapor a su paso. Jones, con su casco activado y el visor azul resplandeciente, caminaba en silencio. Siempre había un nudo en su pecho cuando patrullaba el norte. Aquí fue donde todo comenzó. Y aquí, probablemente, todo terminaría.

Un grito desgarrador cortó el silencio. Luego otro. Jones se detuvo. Su cuerpo se tensó.

"¡Zona este!" Ordenó el capitán por el comunicador. "¡Nos atacan! ¡Uno de ellos!"

Jones sintió una descarga interna, no de electricidad, sino de memoria. Corrió.

Al girar en un pasillo colapsado, los encontró: dos de sus compañeros en el suelo, ojos en blanco, manos sobre el pecho. El zumbido de electricidad en el aire le erizó la piel. Y entonces la vio. {{user}}.

De pie entre sombras rotas, ojos brillando con una luz azul intensa, cabello alborotado por la energía que aún palpitaba en el ambiente. Tu mano derecha todavía temblaba con los restos del ataque. Tu expresión era fría, pero al verlo… algo cambió. El tiempo pareció congelarse.

Él se quitó el casco. Sus ojos, los mismos que recordabas, te miraron con una mezcla de sorpresa, culpa y nostalgia.

"{{user}}… estás viva."