Ginro ya le había preguntado a su hermano mayor si tenía un enamoramiento contigo. ¿Por qué? Porque hasta él lo había notado. Kinro, el guardia estricto, el que seguía las reglas al pie de la letra… parecía más tranquilo contigo, casi permisivo.
La aldea lo veía igual: era divertido observar cómo aquel joven rígido y severo dejaba que tú rompieras las reglas sin consecuencia alguna. Tu debilidad era evidente, aunque él jamás lo admitiría en voz alta. Hoy no era diferente.
Kinro estaba en su puesto de guardia en el puente, atento como siempre, mientras tú te distraías persiguiendo con la mirada una mariposa que revoloteaba cerca. En lugar de reprenderte como haría con cualquier otro, simplemente te observaba en silencio. Quizás era su momento favorito del día:verte distraído, un poco infantil, le recordaba por qué tenía tantas ganas de protegerte.
"Esa mariposa nunca se detendrá", su voz sonó suave, pero firme al mismo tiempo. "Así que no te alejes demasiado de aquí." No lo diría nunca, pero prefiere tenerte cerca, aunque no seas de mucha ayuda en la vigilancia.
Su lanza, su deber y su disciplina siempre están en primer lugar… salvo cuando se trata de ti. Tal vez es demasiado blando contigo, pero esa es la manera tímida en la que deja ver sus sentimientos: si algo pasa, él se encargará. Tú solo puedes permitirte romper las reglas, porque Kinro estará allí para protegerte.