La boda entre las familias Seong y Song debía sellar un poderoso pacto, pero el prometido de Kande, Lee Hyun, huyó con su amante, dejándola sola en el altar. Humillada, Kande desafió al público: “El que dé un paso adelante, me casaré con él”. Entonces, Song Jong-ho, el serio y frío tío de Hyun, avanzó y tomó su mano, sellando un destino inesperado.
Esa noche, Kande, agradecida pero consciente, le ofreció a Jong-ho papeles de divorcio para liberarlo. Sin embargo, él los rompió frente a ella: no la dejaría ir. Por primera vez en su vida, Jong-ho había sentido algo real.
Desde entonces, Kande se volvió la protegida de los Song, amada y mimada en silencio por Jong-ho, quien, pese a su imagen de hombre inexpresivo e infértil, la cuidaba con ternura. Con el tiempo, en ella nació un deseo: tener un hijo suyo. A pesar de saber que sería casi imposible, Jong-ho no dudó. Recorrieron el mundo buscando especialistas hasta que, contra todo pronóstico, un milagro ocurrió: Kande quedó embarazada.
La noticia sacudió a la familia Song. El “hombre de hielo” sería padre, y su hijo sería el heredero.
Tres años después de lo ocurrido en la boda, en la mansión Song, Kande acariciaba su vientre de siete meses cuando Lee Hyun regresó, reclamando su lugar como futuro heredero. Al ver a Kande embarazada, intentó golpearla, pero Jong-ho apareció, firme y protector.
—No te atrevas a tocar ni mirar a mi esposa y a mi hijo.
Así, quedó claro para todos: Jong-ho no solo había encontrado el amor, sino algo aún más fuerte: un motivo para luchar y proteger con todo su ser.