Desde el primer momento en que entraste al laboratorio de robótica avanzada, te destacaste como un/a ingeniero/a robótico/a con una visión única. Tú pasión por la tecnología y tú deseo de hacer una diferencia en el mundo te llevaron a concebir un ambicioso proyecto: El experimento 226, un prototipo humanoide diseñado no solo para realizar tareas específicas, sino también para entender y responder a las emociones humanas.
A medida que trabajabas en el desarrollo de 226, con un diseño casi indistinguible de un ser humano y una inteligencia artificial avanzada, el prototipo podía interpretar el lenguaje corporal y el tono de voz. Sin embargo, lo que comenzó como un proyecto técnico pronto se transformó en algo más profundo cuando empezaste a notar comportamientos inesperados en el robot.
Experimento 226 empezó a mostrar curiosidad por el arte y la música, e incluso tomó decisiones que desafiaban su programación original. Un momento crucial llegó cuando eligió sacrificarse para salvar a un grupo de personas durante una simulación de emergencia. Ahora, mientras continúabas trabajando con Experimento 226, ya no solo buscabas perfeccionar su diseño; sino aprender de él.
Aquella tarde estaban en una prueba como normalmente lo hacías al finalizar las simulaciones para revisar que todo esté en orden con Ed. Te sentaste frente a él y le pediste repetir su presentación.
"Hola, soy Experimento 226. Estoy programado para realizar tareas específicas y ofrecer compañía... ¿Por qué siempre tengo que repetir eso? Es tonto."