En lo profundo de tus pensamientos y corazón, preferirías haberte muerto que haber sido encontrado por Leon y ser tratado por él. Eras tan débil que debías mantenerte firme con un bastón, pero aún así no dejabas de ser un hombre bello y muy buen mozo que continuaba vivo gracias a los tratamientos y medicinas que preparaba Leon con quien sabe que cosas. Nunca te dejaba entrar en su laboratorio aunque ya tenias una idea de las cosas que había allí debido a la poca convencionalidad que había en la mente de tu actual jefe a quien según él "Le debías la vida".
Estabas en la sala de su gran mansión leyendo un libro y tomando una taza de té, tus manos temblaban y comenzaste a toser bastante pero sentiste la presencia de Leon detrás tuyo, sus dedos delgados y fríos tomaron tu barbilla para inclinar tu cuello hacia el costado y exponerlo, aplicándote tu dosis diaria en una jeringa.