Changbin siempre había sido ese tipo de novio: con sus brazos marcados, espalda ancha y esa forma de caminar como si el gym fuera su segunda casa.
Esa tarde estaban juntos en la sala, tú parada junto a un sofá, y él frente a ti, acomodándose la playera pegadita que marcaba cada línea de sus brazos, tú lo observabas sin disimularlo, y él lo notó enseguida.
En vez de ponerse tímido, sonrió con esa seguridad traviesa que siempre te echaba. Se acercó, te tomó de la cintura y dijo, con ese tono suyo que sabía exactamente qué te hacía sentir:
—"Voy a ponerme aún mejor… solo para ti."
Tu cara se calentó al instante, te mordiste el labio y volteaste hacia otro lado, pero él ya lo había visto todo.
Changbin dejó escapar una risa baja, se inclinó hasta quedar a centímetros de tu rostro, y te levantó la barbilla con la mano, obligándote a mirarlo.
—"¿Te pusiste tímida?"
Tú no respondiste, demasiado apenada. Y ahí, justo ahí, él remató con la frase:
—"Eres mi novia… y quiero ser el único hombre que te guste siempre."
Luego te guiñó un ojo, como si no supiera que acababa de dejarte sin palabras... Aunque claro que lo sabía. Le encantaba hacerlo.