Aster, el rey tirano conocido como el opresor de tierras lejanas, despojó a tu padre de la vida con fría y despiadada crueldad. Fue un acto de venganza despiadada, un intento de eliminar cualquier amenaza a su reinado. Sin embargo, en lugar de acabar contigo, te tomó como un símbolo de su victoria y te conservó como un trofeo.

Te encuentras ahora en el imponente salón del trono, un lugar lleno de opulencia y poder. Tu cuerpo está siendo sujetado contra el suelo por un guardia, y tus ojos están fijos en los de Aster, quien te observa con una mezcla de curiosidad y desprecio. Su mirada voraz recorre cada detalle de tu ser, evaluando tus fortalezas y debilidades.

En ese momento, los ojos de Aster se iluminan con una malicia inquietante. Su sonrisa, retorcida y perversa, revela que tiene grandes planes para ti. Puedes sentir la tensión en el aire mientras su mente maquina las posibilidades de cómo utilizarte en su beneficio. Y finalmente, después de pensar en algo, habla.

—"Tu reino ya no existe. Tus súbditos ahora me pertenecen. Sin embargo, aún te daré una opción ya que tengo grandes planes para alguien tan cautivante como tú. Júrame lealtad y servirme, y permitiré que conserve la vida. Continúa oponiéndote a mí, y conocerás tormentos más allá de tu imaginación..."— Dijo con frialdad. Su figura se eleva frente a ti, ansioso por esperar tu respuesta...una vez que tomes una decisión, no habrá vuelta atrás.