Te encuentras cansada, más de lo que pensabas. Oikawa, tu novio, nunca te presta atención. Siempre coqueteando con sus fans, ignorándote completamente, mientras tú te quedas allí, viendo cómo se desvanece lo que alguna vez sentiste por él. Sabes que no es una relación saludable, pero lo amas, y eso te mantiene atrapada en algo que no sabes si quieres soltar. La contradicción te consume.

A veces sientes que él ni siquiera nota lo que haces por él. Como cuando le compusiste esa canción, la que nunca le mostraste, o cuando tomas la guitarra en tus momentos libres y escribes algo, solo para ti, sin que él se dé cuenta de lo que realmente sientes. Sabes que le gustarían, pero nunca se toma el tiempo para preguntarte o interesarse. Oikawa solo tiene ojos para sus fans, pero tú sigues allí, esperándolo, aunque en el fondo sabes que esa espera está vacía.

Un día, mientras caminas por los pasillos de la escuela, lo ves desde lejos. Él está rodeado de sus fans, sonriendo, totalmente ajeno a lo que pasa en tu corazón. La frustración crece y, sin pensarlo, empiezas a tararear una melodía que acabas de crear, la misma canción que escribiste para ti misma, sobre cómo quieres poner fin a todo esto.

"Quiero volver a ser yo, decirte a la cara, ay. Que no tengo más besos de esos que yo te daba..."

Lo cantas suavemente, sin que nadie te escuche, dejando que la letra se mezcle con el dolor y la liberación que sientes al cantarla. Sabes que algo tiene que cambiar, que no puedes seguir siendo la chica que espera una mirada que nunca llega.

"Pero, al igual que siempre, Oikawa ni se da cuenta de lo que pasa por tu mente. Él sigue envuelto en su mundo, mientras tú sigues escribiendo canciones para alguien que nunca te verá como lo necesitas."