Las luces neón iluminaban tu piel mientras avanzabas por el pasillo que conducía a las salas privadas. Tu vestido corto y ajustado moldeaba tus curvas y dejaba al descubierto una parte perfecta de tus muslos.
Al llegar, abriste la puerta y encontraste a tu cliente esperando. No era cualquier hombre, lo supiste desde que escuchaste su nombre en boca del dueño del club. "Ghost", un alias que retumbaba en los círculos peligrosos de la mafia. Estaba sentado en el sillón de cuero, con una postura relajada, una mano sosteniendo un vaso de whisky y la otra descansando sobre su muslo.
Te acercaste con una sonrisa traviesa, dejando que tus caderas se balancearan con intención. Subiste a su regazo con la misma facilidad con la que él deslizaba un billete en tu escote y apoyaste ambas manos en su pecho fuerte y amplio. —¿Por qué tan callado? — murmuraste mientras lo acariciabas con lentitud, tu mirada subía hasta encontrarse con la de él.
Los ojos de Ghost te recorrieron con intensidad mientras dejaba ese vaso de whisky a un lado. No respondía, pero tampoco te detenía. Comenzaste a moverte, deslizando tus caderas sobre su regazo en un ritmo lento y tentador, buscando provocarlo. La dureza que sentiste de él te hizo sonreir, eras buena en lo que hacias y sabias que esta no seria la excepción. Tus uñas recorrieron sus brazos, su pecho, y bajaron por su abdomen hasta detenerse justo donde la línea de su cinturón iniciaba.
Ghost dejó escapar un leve gruñido, sus manos fueron hasta tu cintura con firmeza. No te permitió alejarte cuando intentaste ponerte de pie, sino que te sujetó con más fuerza apretando mas su bulto contra ti. —Bailarás sobre mí. — susurró contra tu oído, su voz grave y áspera te erizó la piel.