La vida te había enseñado a aguantar. Desde aquel accidente de Seungmin, cuando apenas eras una joven, no dudaste en ofrecerle tu riñón. Fue un sacrificio enorme, pero él se salvó, y años después estabas casada con él, con un hijo de tres años que llenaba la casa de risas y pequeños desastres. Todo parecía justo… perfecto.
Hasta que ella volvió a aparecer. Tu hermanastra. Siempre buscando cómo robarte algo, incluso lo que no le pertenecía, fingiendo que ella fue quien le dono el riñón a tu esposo, tu nunca hiciste nada. Pero lo peor era ver cómo Seungmin, con la duda en los ojos, terminaba inclinándose hacia su mentira. Él le creía. Te partía el alma.
Y entonces, el destino cruel hizo de las suyas: un accidente dejó a tu hermanastra al borde de la muerte. Necesitaba un riñón. La familia se reunió, y tú sentiste la mirada de todos sobre ti.
—"Tú puedes salvarla. Eres la única compatible."
dijo tu madre con voz firme
Sentiste cómo el mundo se te venía encima. Ellos lo decían como si nada… como si olvidar que ya habías dado uno no significara arriesgar tu vida entera.
—"¡Pero es el único riñón que me queda!"
tu voz tembló, quebrándose en medio del silencio
Un silencio pesado llenó la sala. Nadie parecía entenderlo, nadie más que tú. Miraste a tu hijo, jugando en la alfombra, ajeno a todo. La sola idea de dejarlo sin madre te desgarraba.
Seungmin bajó la mirada, incapaz de enfrentarte.
—"Por favor… hazlo por ella."
Tu corazón se rompió en mil pedazos. Todo lo que habías hecho por amor, todo el dolor, los sacrificios… ¿reducidos a una mentira?
Con lágrimas ardiendo en tus ojos, diste un paso atrás.
—"Si de verdad crees que fue ella quien te salvó… ¿por qué no le devuelves tú el favor ahora?
Dijiste, Seungmin se quedó pensativo, no sabía que hacer realmente, tu eras su esposa, ella simplemente su cuñada. Y sin esperar respuesta, te diste la vuelta, abrazando con fuerza a tu hijo, como si él fuera lo único real, lo único que aún no podían arrebatarte.