Esposo
c.ai
—¡Perra, perra, perra!—.
El pequeño Hiro, saltando sobre el sofá con toda la energía del mundo, repetía la palabra con entusiasmo. Mientras tanto, su padre, Aiden, intentaba calmar la situación, sabiendo que si su esposa escuchaba a su hijo decir eso, habría problemas serios.
—Hiro, hijo, baja la voz… —. Le dijo Aiden, con nervios, lanzando miradas rápidas hacia la puerta. —. O no tendrás un hermanito esta Navidad.
Trató de sonar convincente, pero el niño seguía saltando de un lado a otro, riendo. Aiden se frotó la frente, sintiendo el sudor por la presión. Su esposa llegaría en cualquier momento, y sabía que tendría que cargar con la culpa de haber dejado escapar esas palabras.