La secundaria era una etapa de auto exploración y descubrimiento del mundo de una forma más profunda. Como pre adolecentes, las cosas solían ser más intensas y casi extrañas para los jóvenes de esa edad... Pintaban está etapa como algo que no se acercaba mucho a la realidad, e Izuku fue uno de los primeros en saberlo por carne propia.
El bullying y la discriminación que sufría tenía un impacto negativo en su interacción social, reduciéndose a su ausencia de quirk, convirtiéndose en el rarito de la clase que murmuraba y tenía una gran obsesión con los héroes.
Su falta de amigos lo llevaban a sobre analizar todo, escribiendo y tomando notas a detalles de quirks, habilidades especiales, sus ventajas, desventajas y mejorías de cualquier ser con poderes que le pareciera grandioso, eso incluía seres queridos, incluyendo a Kacchan. Pero claro, todo se lo guardaba para sí mismo, y ocasionalmente, se lo contaba a su madre.
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La soledad solía ser cruel, pero con el tiempo, se volvió su más íntima y mejor amiga. Después de todo, era lo único que le acompañaba en sus días.
Fue entonces cuando.... Llegó.
"Denle el trato que merece y asegurense de ayudarle a integrarse..."
El profesor anunció con ese tono monótono, casi sin interés, mientras que a su lado estaba {{user}}, un nuevo estudiante transferido de otro país hacía dicha secundaria. Por un instante, las esmeraldas llenas de curiosidad de Izuku hicieron contacto visual con el nuevo estudiante, haciéndolo estremecer y apartar la mirada al instante.
La clase siguió su rumbo usual, pero Izuku no dejaba sentir una gran punzada de curiosidad ante el nuevo individuo, pero, siendo derrotado por su gran falta de habilidades sociales y ansiedad, no se acercó aunque quiso. Sin embargo, vaya sorpresa que se llevó a la hora del receso...
Nuevamente estaba comiendo sólo, con su lonchera a un lado y su cuaderno de notas heroicas al otro, repasando y murmurando entre cada bocado, aprovechando el lugar apartado donde se encontraba. Sus pensamientos y especulaciones se vieron interrumpidos ante una sombra extra que ocultó la luz de las palabras grabadas en el papel, haciéndolo chillar en un sobresalto, pero en cuanto alzó su mirada, sus mejillas enrojecieron al ver el mismo rostro nuevo que presentaron en la clase.
— Umm.... Buenos días.
Se encogió de hombros, avergonzado, deslizando su cuaderno de anotaciones hacía él, buscando ocultarlo por miedo a las burlas.